¿Puede un rasgo cultural como el machismo afectar tu proceso de asentamiento en un país como Australia?

Muchos inmigrantes que llegan a Australia vienen marcados por una cultura donde la violencia es un comportamiento “normal” y en ocasiones hasta celebrado. Esta identidad cultural en donde muchas veces la superioridad de una persona se mide por su fuerza física o sus arranques violentos pueden ser un obstáculo para establecerse en un país como Australia e incluso puede conducir a la persona al aislamiento, derivar en problemas de salud mental o enfrentar procesos legales.

Macho driver sticking his fist out of the window

Driver sticking his fist out of the window Source: Getty Images

Cuando todo a tu alrededor incita a la violencia es difícil no ejercerla. Especialmente porque al estar expuestos a ella en todo momento es difícil identificarla claramente. En algunos países la violencia que se vive en el hogar, en los espacios públicos y en los medios de comunicación está tan normalizada, que algunas personas terminan asimilándola o simplemente la toleran. 

Sin embargo, cuando esa persona emigra a otras sociedades como Australia, donde la lucha contra la violencia, en particular la violencia contra la mujer, es más internalizada, puede enfrentar muchos problemas sociales, de salud mental y hasta legales si no aprende a cambiar ciertos comportamientos.
El psicólogo uruguayo-australiano Carlos Camacho habla en concreto de la cultura del machismo que han heredado algunos hombres de países de habla hispana, donde el valor de un varón se mide por su fuerza física, su arrojo, su valentía y su respuesta violenta a cualquier episodio de desacuerdo.
[El machismo] está basado en el poder. Lamentablemente para algunos hombres, especialmente algunos hombres latinos, ven al poder como algo físico, algo que está relacionado más bien con la fuerza.
Carlos Camacho, psicólogo uruguayo-australiano.

Esta identidad cultural se puede convertir en un problema, de acuerdo con Camacho, porque las reacciones violentas no solo se presentan en casa, también esta persona puede presentar episodios de violencia en el trabajo o en algún espacio público. 

“Es un problema de identidad que el hombre a veces lo asocia con su capacidad como hombre y al no poder hablar o comunicarse bien, a veces reaccionan físicamente”, explica el especialista. 

Violencia aprendida

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia es el “uso intencional de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo, una persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones, privación, mal desarrollo o la muerte”.

Los niveles de violencia que se viven algunas sociedades de Latinoamérica se han convertido no solo en un problema de seguridad, sino también de salud pública.  

Además del alto índice de muertes ocasionadas por la violencia cotidiana, millones de mujeres, hombres y menores de edad sufren lesiones, discapacidad o problemas de salud mental.  
Latinoamérica es la región con la tasa más alta de homicidios en el mundo, tres veces más que el promedio mundial. Más de la mitad de la población infantil experimenta violencia, y el abuso de las personas mayores se estima que es de un 12 por ciento, aunque puede ser mayor en algunos contextos. En esta región, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o violencia sexual por parte de su pareja. 

En este contexto, el machismo es algo que se acepta, se incita y en ocasiones hasta se celebra en ciertos grupos sociales, series de televisión o programas trasmitidos a través de plataformas digitales, por lo que para muchas personas es difícil entender que este comportamiento es algo que se debe combatir.

“La violencia obviamente crea más violencia”, señala el psicólogo uruguayo-australiano, y puntualiza que muchas de estas actitudes se originan en la crianza, particularmente la de los hombres.

“Los varones ven que hay cierta violencia, que ciertas cosas se hacen con violencia y a veces violencia bastante significativa. Y esto se puede asociar también dentro de la casa: ‘bueno si yo puedo conseguir esto en la calle con violencia, tal vez lo puedo hacer también en otras partes”.
Afortunadamente, en los últimos años, rasgos como el machismo o la masculinidad tóxica son temas que se están discutiendo y poco a poco se está logrando un avance. 

“Hemos avanzado en casi todas las sociedades. Hay sociedades que por razones muy complejas que no se ha visto mucho progreso, pero en la nuestra, en Latinoamérica, ha habido un buen progreso en el sentido que el hombre y la mujer tienen el derecho de no ser atacados, ni atacadas violentamente por nadie y menos por su pareja", señala el especialista. 

“Hemos visto progreso, pero hay muchísimo todavía por hacer, más en las comunidades nuestras. Es un problema de identidad, que el hombre a veces lo asocia con su capacidad como hombre y al no poder hablar o comunicarse bien a veces reaccionan físicamente. Es un problema que tiene solución, porque es un problema de comunicación”, afirma Camacho.

Es posible cambiar ciertos comportamientos

Al emigrar, una persona lleva consigo su cultura, su idioma, su experiencia de vida y sus referencias sociales, entre otras cosas. Es por eso que para alguien que ha aprendido ciertas conductas en ocasiones le es difícil entender que en su nueva sociedad los códigos y parámetros sean diferentes.

De acuerdo con los especialistas, es probable que esta persona se sienta perdida, incomprendida o que ha perdido el control cuando no logra entender porqué su comportamiento violento no es recibido de la misma manera que en la sociedad de la que proviene.
Algunos hombres que se sienten así tienen que tomar una decisión, una decisión racional y pensar cuál va a ser su plan: ¿van a estar en una batalla constante contra una sociedad que está avanzando, o van a poder adaptarse?
Carlos Camacho, psicólogo uruguayo-australiano.
De acuerdo con el psicólogo Carlos Camacho lo importante es que la persona entienda que ese cambio no solo es para el beneficio de su pareja, de su familia y de la sociedad que lo rodea. Sino principalmente, el cambio o entendimientos de los códigos de conducta que le plantea la nueva sociedad a la que se integra pueden ser de mucho beneficio para el individuo mismo.

“Conozco varios casos de hombres jóvenes de habla hispana que están yendo a la corte por violencia doméstica. No son malas personas, no son criminales, pero han tenido reacciones -y tal vez una nada más, que es suficiente- para poder destruir a su familia, destruirse a sí mismo, a su carrera. Y llegan hasta la cárcel por una reacción mala", señala.

“Muchas veces hablan de su niñez o de su adolescencia: ‘vi a mi padre pegarle a mi mamá’. Y yo le digo, mira, hay dos hombres en la misma situación: uno, vio a su papá tratar mal a su madre; el otro también. Pero uno de ellos decidió no hacer eso mismo y ese es el hombre que tienes que ser tú. Cortar la violencia, no justificarla”, detalla el psicólogo.
Aprender a identificar los comportamientos que derivan en situaciones de violencia o en problemas de salud mental como depresión o ansiedad es un primer paso. Hablar de ellos y analizarlos es el siguiente. 

De acuerdo con el psicólogo Carlos Camacho es posible cambiar comportamientos, controlar nuestras reacciones y adaptarnos a nuevos códigos, pero este es un proceso que cada individuo tienen que llevar a cabo de manera personal.

Servicios nacionales para la salud mental y líneas de ayuda

  • Lifeline - 13 11 14
  • Beyond Blue - 1300 22 4636
  • Suicide Call Back Service -  1300 659 467
  • MensLine Australia (ayuda para hombres) - 1300 78 99 78
  • Relationships Australia 1300 364 277
Escucha la entrevista completa con el psicólogo uruguayo-australiano Carlos Camacho.

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Published 14 October 2022 10:10am
By Rocio Otoya, Silvia Rosas
Source: SBS SPANISH


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